lunes, 11 de mayo de 2015

El Fútbol y sus aledaños (182) - La Guerre est finie






 La Guerre est finie

"La guerre est finie" ("La guerra ha terminado, 1966). Así se titulaba la película dirigida por Alain Resnais, con guión de Jorge Semprún, sobre las peripecias de un militante antifranquista en la España de la postguerra. Con la contienda armada terminada hacía ya más de dos décadas y con el cansancio lógico por una lucha que parecía no producir frutos ni conducir a ninguna parte, en la que ni niquiera parecían respetarse los ideales que la habían impulsado, el personaje interpetado por Ives Montand se cuestionaba, a la luz de su cansancio vital, acerca de la necesidad de dar por conluida esa lucha, de pasar página. Eso sí, de una forma ambigua, toda vez que el autor del libreto aun militaba en el PCE, de cuyo comité central era miembro, y no era cosa de entrar en conflicto frontal con los suyos. Pero en toda organización dogmática y con férrea disciplina no cabe la disidencia parcial, ser un poquito rebelde o contestatario. Jorge Semprún acabó abandonando la militancia comunista en la que quizás nunca había encajado.

Una guerra civil también es la que lleva viviendo el madridismo desde hace cuatro años, aproximadamente desde el segundo año de la era de Mourinho y en la que no parece posible pasar página. Esta guerra, que solapa, intersecta, eclipsa y retroalimenta otras de menor calado, tendría como contendientes principales a casillista y mourinhistas, o a los entusiastas y detractores de uno u otro, aunque creo que en muchos casos unos y otros ya no defienden o atacan a alguno de los dos  personajes sino que entran en colisión con la sensibilidad y la forma de entender el madridismo del otro grupo. Este podría ser mi caso, en que partiendo de una postura contraria al portero y muy afín al entrenador, he acabado derivando en una postura totalmente contraria al mourinhismo -no tanto a Mourinho, aunque reconozco que el personajete ya me cansa-, por lo que considero excesos de ese grupo al que pertenecí en otro tiempo. El propio Mourinho es uno de los que no quiere dar por concluida la guerra civil. De tanto en tanto, como Ives Montand en la película, se adentra en el país madridista, sometido a la dictadura de Casillas, según la opinión de sus discípulos, y deambula de forma clandestina al amparo de la prensa, esa que aquí despreciaba, no sin motivos, y que le sirve de altavoz fuera de España para que sus puyas al vestuario blanco resuenen como repiques de campana llamando a los fieles a la lucha. Dos años, exactamente los que median desde su marcha, son lso que lleva propinando collejas dialécticas, las más de las veces inocentes chascarrillos que sus seguidores y sus enemigos se han encargado de inflar y convertir en cargas de profundidad para poder hundir submarinos blancos, cuando no directamente en un arsenal logístico en este interminable guerra fría. Mourinho no olvida y por tanto tampoco lo hace el mourinhismo, que le tiene como modelo vital.

La guerra civil madridista podría haber concluido al año de iniciarse si hubieran desaparecido del teatro de operaciones los adalides de ambos bandos. Solo lo hizo uno de ellos, el propio Mourinho, y más adelante algún actor secundario. Léase Diego López, que tiene más condición de daño colateral que de baja de guerra. De esta forma era inevitable que un bando se sintiera derrotado y clamara venganza. El año cero después de Mourinho (0 A. de M.) se empezó a apuntar una mejoría en las prestaciones del portero. Mientras los partidos más decisivos aun quedaban lejos cuajó actuaciones aceptables y hasta notables. Fue protagonista destacado en alguna eliminatoria de Champions y tuvo algún momento puntual brillante. No mucho quizás pero si el comienzo de una singladura que parecía enderezar su rumbo. Lejos de apaciguarse lo ánimos de los anticasillistas, que tienden a coincidir casi de forma exacta con los mourinhistas, prefirieron acudir a los argumentos extrafutbolísticos para desacreditar a su enemigo. Fueron los tiempos de las mofas chuscas de muy mal gusto en internet, que si el niño de Sara Carbonero se parecía sospechosamente al entrenador, que si había que hacerle un test de flotabilidad, la época de las filtraciones continuas sobre su futuro en los medios afines a la dirección del club, al época de chismorrear sobre su relación con sus padres o su pareja sentimental. Aun no había pitos en el estadio. La rabia que se le procesaba en Twitter aun no había contagiado a las gradas del Bernabéu. Es más, el público parecía adoptar una postura tímidamente beligerante con quien le disputaba el puesto. Cada buena actuación de Casillas, que las hubo, y de forma sorprendente, porque soy de la opinión de que cuando Mourinho lo sustituyó en liga por Adán había tocado fondo y parecía un jugador acabado, era respondida con más saña intensificándose los ataques de sus detractores en las redes sociales. A su persona sobre todo, ya que a su juego era ya más difícil. Y la tensión de esta fea disputa fue aumentando a medida que se fue acercando el desenlace de la temporada hasta alcanzar la presión atmosférica aproximadamente la que se registra en la superficie de Júpiter durante la final de Lisboa donde Casillas pareció en algunos momentos un guiñapo. Hay que decir que las prestaciones de ambos porteros se redujeron en este tramo final y sin con Iker se pudieron salvar los muebles en Copa y Champions, ya que la frecuencia de partidos es mucho menor, en el torneo de la regularidad los síntomas del mal de la portería blanca se hicieron más patentes y, sobre todo, más catastróficos. En los dos años de disputa entre Casillas y Diego López por el puesto el balance es claro: dos títulos del primero por ninguno del segundo. Es verdad que Casillas, a  día de hoy, ya no tiene nivel para ser portero titular del equipo, pero también que Diego López no lo ha tenido nunca, y lo digo con todo el dolor del corazón, ya que yo también me dejé seducir por el cuento de Cenicienta que supuso su retorno a la casa Blanca. Diego López fue un parche mal aplicado como empiezo a sospechar que lo ha sido Keylor Navas. El Real Madrid tiene especial glotonería a la hora de masticar y deglutir entrenadores y centrales, voracidad que empieza a extenderse también a los porteros.


Casillas debió abandonar el club por propia iniciativa al final de la temporada pasada, al iniciarse el año 2 A. de M. Lo habría hecho en la cúspide de su carrera a pesar de las sombras que le acechaban y empezaban a envolverle, tras alzar la Orejona gracias al puto amo de la Décima, Ramos, que sospecho que también fecha de caducidad muy próxima para el bando contrario. En los dos logros obtenidos, aquellas dos preciosas finales, se le podía reconocer a Casillas como uno más de los principales artífices. En la de Lisboa sino en la victoria del aprtido si en el camino para poder disputarlo. Que haya quien lo discuta me reafirma en mi creencia de que la irracionalidad se ha apoderado de ambos bandos, no solo de los que defienden a Iker en contra de las evidencias. En todo caso me parece más loable caer en la irracionalidad por razón de un cariño desmedido que por causa de un odio africano. Las lágrimas que Casillas derramó en el Estadio da Luz se parecieron mucho a las que vertiera en Hampden Park, el escenario de la Novena, y tuvieron el mismo motivo: La liberación de toda la tensión acumulada durante todo un ejercicio. Pero si bien en Glasgow fue el héroe del encuentro, a pesar del histórico gol de Zidane, en Lisboa fue el indiscutible villano de la función. Razón de más para haber abandonado el club y haber dejado de tentar a la suerte. La fortuna no siempre te regala Ramos... de flores. ¿Fue ambición deportiva? ¿Falta de soluciones aceptables, esto es, de ofertas? ¿Mero cálculo económico? ¿Espíritu de revancha, la necesidad de volver ganarse el respeto de quienes le habían pitado en el estadio? Ni lo sé ni me importa demasiado. Fue un error que nos ha procurado un año más de prolongación de la pesadilla. El principal culpable de lo que le ha ocurrido a Casillas este año ha sido él por no querer dar por concluida la guerra. Entiendo que su posición tiene defensa. El propio club se ha encargado de socavar su imagen ante la afición filtrando información negativa a sus aparatos mediáticos. Que los tiene, aunque la doctrina oficial del mourinhismo afirme, y repita continuamente casi como un mantra, que todos los medios de comunicación le son hostiles. Pero la bajada en su rendimiento ha sido tan evidente que sus detractores no han necesitado acudir a los ataques personales que, curiosamente, tengo la impresión que han remitido este año. Les ha bastado y sobrado con los argumentos futbolísticos para defender su postura.

Seguramente el sábado pasado hayamos tocado fondo en toda esta singladura al pitar buena parte del estadio a su portero y éste perder los nervios e insultar a su público. Aunque fueran palabras murmuradas en soledad, es decir, mero pensamiento realizado en voz alta que no escuchara nadie, lo dicho ha trascendido a las portadas de los periódicos y el daño ya es irreversible. Dentro de dos días nos jugamos el ser o no ser de todo el año en solo 90 minutos, no nos podemos arriesgar a que nos distraiga del objetivo una guerra abierta entre la afición y su portero. Creo que Casillas no debería estar en el once inicial, siquiera en el banquillo para que no dar pie a situaciones embarazosas, que el público o al cámara de televisión pueda estar más atenta a escrutar su semblante que a ver el partido y apoyar al equipo. También se hace inevitable que abandone de una vez el Real Madrid, por voluntad propia o inducido por el club. La directiva debería dejar de jugar a  dos barajas, fingiendo que le apoya en declaracione oficiales y haciéndole la guerra sucia por detrás para forzar su marcha. Iker se merece otro trato de su club. También el público de su portero. Su salida la considero prioritaria, más aun que fichar al crack de todos los años a la hora de fijar las inversiones, aunque ello me suponga estar en el bando perdedor de esta guerra civil. Me gustaría poder decir de un vez "la guerre est finie", aunque mucho me tema que el mourinhismo fijará nuevos objetivos,



Es sorprendente la diferencia en la forma de tratar la actualidad del equipo en lso dos diarios deportivos madrileños. El Marca, más afín a ls tesis de la T4 -por conveniencia queque si no quedan marginados de la subasta informativa-, llama a la cordura, al establecimiento de una tregua y para calmar a los más recalcitrantes promete veladamente la marcha de Casillas al final de temporada, aunque en letra más o menos reducida habla del empecinamiento del jugador en querer agotar su contrato. Abajo, casi invisible, como cumpliendo el expediente, la salida de pata de banco del agente de Gareth Bale: "Sus compañeros no le pasan el balón". También a Bale le irritó escuchar pitos en el estadio, aunque no llegara a perder los nervios, o acertara al descargar la tensión pateando un banderín de córner, que siempre es una actitud de lectura más ambigua que soltar cuatro tacos. No está el horno para bollos, ni para los desplantes de Casillas ni para las niñerías del clan del galés. En general no está para nada que no sugiera que todos marchamos con precisión militar al paso de la oca, como un destacamento soviético en un cambio de guardia. Al británico parecen haberlo adoptado los mourinhistas, que le disculpan todos sus malos partidos con mil excusas: que no juega en su sitio, que la profe y la prensa le tiene manía, que sus compañeritos de recreo no quieren jugar con él. En la debacle contra el Valencia de este pasado fin de semana, la actuación de Casillas no fue el único factor, ni siquiera el más decisivo, pero sirvió de alfombra para ocultar bajo ella todo lo barrido en esa fatídica tarde. El desacierto rematador. La nueva víctima en la plaga de lesiones. La ansiedad generalizada. La baja calidad en la plantilla de algunos recambios. Hay un discurso muy triunfalista en la directiva, en especial en el señor presidente, que se mantiene incluso cuando llega el momento de recibir tortas. Por ejemplo, cuando la realidad empezó a portedear el macro proyecto de la remodelación del Santiago Bernabéu se nos hizo saber que todo eran maledicencias de los envidiosos de nuestro poderío. Cuando la mala planificación de la plantilla ha quedado en evidencia hemos empezado a escuchar que José Ángel Sánchez ha acampado en el supermercado de fichajes, en especial en el departamento de porteros, nuestro espacial talón de Aquiles hace cuatro años, que no es un problema de hoy, oiga. Y no se hace otra cosa que filtrar información sobre Courtois y De Gea, algo que hasta el más torpe entiende que no invita a la tregua que solicita el nuevo periódico de cabecera sumado a la causa. No nos dejemos engañar por el tirón de orejas que Florentino Pérez escenificó en su última rueda de prensa, este periódico está en total sintonía con el club, por la cuenta que le trae, desde hace mucho tiempo.

La portada del AS es como la imagen especular de la del Marca, o su negativo. Lo que ésta destaca en grandes titulares aquella muestra veladamente, y viceversa. Para el grupo PRISA es prioritario procurarle todo el mal a Florentino, lo que actualmente pasa por incentivar los males del equipo. Además, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que Bale es una de sus obsesiones, carga las tintas contra el galés, esta vez parece que con razón. Estaría fenomenal, ha debido pensar el señor Relaño, que el miércoles Gareth cuajase una mala tarde nervioso al escuchar nuevamente pitos de su público. Recordemos que quien destapo la falsa noticia en torno a su fichaje, que se le compraba al Totemham aun estando gravemente lesionado, fue el diario Marca, auqnue rápidamente el AS se incorporó a la causa. Si no cesan las hostilidades nuestro futuro, el jugador que venía a ser el recambio de CR7, puede onvertirse en otra víctima colateral más de la guerra civil del madridismo. Su rendimiento esta temporada ha sido muy decepcionante. En mi opinión le falta carácter para poder crecerse ante la adversidad. Cualidad que si posee Ronaldo, a quien la hostilidad ajena incentiva notablemente, aunque este sábado acabara el partido anímicamente hundido. A ser posible habría que aplicar esa tregua que con tan buen criterio propone el Marca, incluso aunque Ancelotti cometiera el error de alinear a Casillas, quedando para el final de temporada la proclamación del armisticio. Si fuera posible, aunque creo que no. No podemos prolongar esta lucha eternamente. es lo que trataron de hacer los comunistas con la guerra civil, prolongando la retórica y los modos republicanos hasta bien entrada la década de los sesenta del siglo veinte, con un revival incluso durante las dos legislaturas que Zapatero permaneció al frente del gabinete de la Moncloa. Esta contienda civil que vive el madridismo es el verdadero legado que Mourinho ha dejado a Ancelotti. Parece mentira que con él se lograse ganar la Copa de Europa. El Real Madrid es el asombro del mundo y de tanto en tanto directamente un milagro. Veremos que nos depara el año 2 d. de M. Nada bueno si todos nos obcecamos en nuestras posturas.

1 comentario:

  1. Fantastico el artículo , Rokko , como todos los tuyos . Un abrazo #HalaMadrid

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