miércoles, 27 de febrero de 2013

El Fútbol y sus aledaños (109) - Postales desde el filo



Postales desde el filo
(Barça 1 - Real Madrid 3 - Partido de vuelta de las Semifinales de Copa - 26/02/2013)

A veces la vida es como la imagen de una postal. Esta mañana lo es, y en su reverso pienso escribir este artículo. Pregunta @Alexcibernetica a cada uno de los contertulios, casi al final del último podcast de @Real Yihad, el de esta mañana mismo, como si de la versión futbolera del program de Garci se tratara, cual es su imagen preferida del partido. Y no sabe que la más hermosa de todas -y hay dura competencia, eso es cierto-, la ha ofrecido la propia ciudad de Madrid al amanecer nevando. Se entiende el error porque los podcast se graban tras los partidos, y aun estaban frescas en la memoria de quienes participan otras igualmente impactantes. Demasiado pronto para saber la reacción tras lo ocurrido en el Nou Camp de la diosa más madridista al otro lado del puente aéreo. La bellísima estampa que encabeza el folio es un regalo de un tuitero, @robcrack10, que me ha llegado vía bendito RT. Hipomenes y Atalanta con los rostros desdibujados por los copos de nieve, como si alguien hubiese pasado un difumino al retrato al carboncillo de la mañana, y la Puerta de Alcalá al fondo. El Madrid de los Borbones haciéndole un guiño al madridismo en el día de su liberación, del desenmascaramiento del apartheid de la prensa deportiva hacia el RM. Setos moldeados por la tijera de podar que parecen espolvoreados con azúcar de pastelero. Una imagen dulce sin duda para quienes llevan 3 años apuntalando como pueden, que es más bien poco, con sus voces en Matrix, que es como decir con sus manos desnudas, un proyecto futbolístico en el que creen y que vive en permanente estado de sitio, con el portón de la entrada a punto de venirse abajo por el incesante golpear del ariete del ejército enemigo, con los lienzos de las murallas convertidos en montón de cascotes tras el continuo bombardeo de mentiras. Madrid amanece nevando y es difícil resistirse a la metáfora de un mundo que respira la pureza de la nieve blanca, merengue, madridista. Dios es yihadista y mourinhista, hoy es la prueba. Así lo creo en el año de gracia de 2013, un miércoles 27 de febrero, jornada de tregua para que ambos ejércitos enemigos, culés y prensa deportiva, puedan retirar sus bajas del campo de batalla.

Apenas es poco lo que puedo decir del partido en sí, porque lo tuve que ver en el PC y los pocos links que me funcionaron lo hicieron a trompicones y por poco tiempo. Así que le robo el título a una película, que ni siquiera he visto y, por ser coherente hasta el final en el despropósito, me marco un collage de imágenes a modo de crónica de un partido que apenas he podido contemplar de forma decente en la mitad de su duración. Si CR7 ha sido la estrella del evento, creo que es de justicia que la primera imagen a evocar sea la suya victorioso. Y entre las muchas de su persona que ofreció la noche, me quedo con un montaje a cámara lenta, que ofreció la retransmisión de Canal +, en la que se le veía acribillado por los láseres del público y que le hacía parecer un bailarín en el centro de la pista de una discoteca. Su mano abajo, con la palma apuntando al suelo, pidiendo con un gesto calma al público del Ñú Camp, bien podría ser el nuevo paso de baile a incorporar al momento culminante de "Fiebre del sábado noche", ese en que Travolta exhibe toda su sabiduría coreográfica al ritmo de la música de los Bee Gees. Ayer Ronaldo fue el rey de la pista, subido a hombros de gigantes -en sentido metafórico, porque por supuesto que me refiero a Messi-, fue el césped del campo del Barça -que hemos de suponer el mejor cuidado del mundo por ser los jugadores locales los más exigentes en este aspecto-, como su territorio natural de caza. Piqué parecía una indefensa gacela cada vez que lo encaraba el león y Puyol se vio desbordado siempre en la carrera. No ya como ñus para hienas, sino como corderos para leones, parecían los defensores culés para los delanteros blancos, aunque Higuain prefiriera dormir una siesta, quizá ya ahíto de fútbol a pesar de sus pocos años. Ni delanteros son necesarios cuando este Madrid ve los flancos desnudos de sus víctimas al alcance de sus garras. Un posible escenario a final de temporada con al menos uno de sus dos nueves titulares en un estado de forma razonable invita a pensar en grandes logros. Esos que todos soñamos despiertos mientras cae la nieve en Madrid.

Bee Gees - You Should Be Dancing

Al lanzar el penalti que el mismo forzó y que supuso el primer gol, casi se diría que Pinto trató de despistar a CR7 bailándole una yenka sobre la propia raya de meta. Algo adelantado respecto a la línea de referencia, fue en el momento en que dio dos pasos hacia la derecha del lanzador cuando éste aprovecho para disparar suavemente hacia el lado contrario. Fue un partido que estoy seguro gustó mucho a la musa de la danza, Tersícore, en que vimos, por ejemplo, un maravilloso spagat de Puyol, tras dejarlo sentado en el suelo en esta postura Di María, tras el maravilloso regate que fue preludio al segundo gol. Hubo un pequeño mordisco de nostalgia en la imagen. Carles es sin duda el jugador de la plantilla culé que más admira el aficionado merengón, incluso el yihadista. Muy por encima de Iniesta, al que si se le recuerdan gestos feos, como aquella vez que se encaró ante un sorprendido Ronaldo, y aprovechando la cumplicidad de su público. Pero ahora, como decíamos antes, el Ñú Camp es el territorio de la fiera, que lleva cazados 8 goles en ese escenario desde que forma parte de la jauría madridista, algunos con sabor a título. Y también momentos antideportivos, como la simulación de algunas faltas. Aunque, todo sea dicho, sin llegar al nivel de algún gigante de la interpretación que milita en su equipo, como Busquets, Alves o Alba. Pero no puede haber compasión con el enemigo. El último enfado de Puyol, cuando el partido expiraba, con un Pepe que probablemente saliera al campo como un regalo de su entrenador, sería buena prueba de ello. En un último amago de justificar la derrota con los tópicos de siempre y hasta cuatro jugadores del Barça, con Carles al frente de ellos y el más excitado, trataron entre gritos y empellones de afear la conducta del central brasileño, que bien es cierto que un momento antes se le había visto quizá demasiado entusiasta defendiendo un balón rodeado de contrarios, pero que, si uno ve la jugada a cámara lenta repetidas veces, tampoco encuentra reproches que se le puedan hacer, salvo el de no rendirse en una batalla aislada que ya no iba a traer consecuencias. Ese momento de lucha es otra de las postales cuyo reverso quiero usar para escribir estas líneas.

En el apartado de lo antideportivo, Jordi Alba merece tener un hueco en el mazo de postales. Su caída tras el encontronazo con Arbeloa es digna de recordarse. Tras toparse ligeramente con él, como si lo hubiera hecho con Hulk a algún otro musculosos héroe de cómic de la casa Marvel, rebota y luego se deja caer al suelo tras dar un pequeño salto flexionando las piernas. Como quiera que trata de descender en espiral para lograr arrancarle la mayor puntuación posible al jurado que evalúa el salto a la pileta en su vertiente artística, y como mientras trata de fingir un dolor insoportable agarrándose la rodilla, llega al suelo sin manos con que protegerse del choque y completamente desorientado. El resultado es que deja el retrato de su cara al bajorrelieve sobre esa hierba tan fina y mullida, tan del gusto de Xavi. El choque es brutal, aunque creo que donde más le duele es en el amor propio, porque el lance acaba resultando tan ridículo que seguro que si hubiera ocurrido en una cancha el público, incluso el suyo, le hubieran cantado aquello de "tonto, tonto". Muy tonto, o muy mongolo, hay que ser para interpretar lo que ocurrió como una agresión del espartano. Por eso esta mañana Manolo Lama insiste en proponer esta tesis. Parece ser que Arbeloa es un tipo tan forzudo y viril que destroza aquello que simplemente toca. Su mujer, la que violentara con sus insultos el beatífico Messi en el parking del Bernabeu, puede estar bien orgullosa. Y aliviada de que no desintegrara al deslenguado con dos collejas o un par de pellizcos de monja.

Si las cuentas no me fallan, Varane lleva esta temporada tantas consagraciones al menos como resurrecciones lleva Kaká. El chaval ya ha tomado la alternativa en la capital del toreo futbolístico y ha triunfado además en alguna de las más afamadas plazas del mundo. Ayer, sin ir más lejos, en la Monumental de Barcelona. En su gol le corta la coleta al bueno de Pinto, que para mi es un magnífico portero, aunque no discuto que ese pequeño plus que le falta para alcanzar la excelencia que merece una plantilla como la del Barça, muy probablemente se deba al mecenazgo de Messi, que ha convertido al Barcelona en su finca y al vestuario en su corral de ganado. El portero portugués es uno de los más cercanos, junto a Alves, tan discutido en los últimos tiempos, pero que dudo que Lionel permita que se venda mientras pueda imponer su criterio. El salto de Varane para marcar el tanto, que le disputa al mismísimo Ronaldo, bien podría ser portada en cualquier diario o semanario ilustrado del mundo. pero si hermoso es el gol, mucho más lo es lo que ocurre a continuación. Un espectador del programa Punto Pelota cedió un vídeo grabado en el estadio, desde la grada, para que pudiéramos verlo en todos sus detalles. Tras reponerse de la sorpresa, del subidón de adrenalina que supone saberse autor del gol que sentencia el encuentro, Varane corre hacia la banda para dedicárselo a Mourinho. Ambos se funden en un abrazo y comienzan a saltar como si fueran dos niños celebrando un cumpleaños. Y ciertamente lo había sido hace poco el de Pepe, a quien había suplido el central francés en el clásico. Tras los múltiples gestos de complicidad entre los jugadores, que desmienten la vieja y reiterada cantinela de tratarse de un colectivo enfrentado y fragmentado, Morinho hace dos gestos muy suyos: En el primero, se lleva los dos índices a la cabeza y se golpea con ellos ambas sienes. "Cabeza, cabeza", les grita al hacerlo, y a uno le da por pensar que tal vez lo que haga es simular con los dedos los cuernos de un imaginario casco, el que lleva como general de las huestes vikingas. El segundo, consiste en agarrar por el cuello de la camiseta a un Higuain que ya retorna al campo. Le quiere dar una última instrucción que se le acaba de ocurrir y quiere retenerle un segundo para que le escuche. Tras transmitirle la orden le retorna al campo de un empellón. Es Mou en estado puro, bronco, áspero y, como dirían los ingleses, extremely lovely. Le cantan sus legionarios estrofas atrevidas, orgullosos de sus excesos y de ser la tropa del mejor general que ha habido.

El madridismo lleva viviendo en el filo los últimos tres años. Al borde del abismo los triunfos sin duda saben mejor. Esta iba a ser la semana en que el Real Madrid sería borrado del mapa. Sobreviviendo a nuestro destino, que hasta los oráculos más optimistas daban por seguro, hemos callado unas cuantas bocas, que seguramente acumularán más rabia de cara al final de temporada. No es el final de la lucha, pero si una tregua noblemente ganada y merecida. Ya no nieva en Madrid, pero se anuncia la entrada de otro frente frío, cuyo paso duraría hasta el próximo sábado. Tal vez en el próximo clásico, ya en la cuenta atrás, vuelva a nevar y cuajar el fútbol. Se me agota el espacio para escribir, que ya era exiguo al inicio. Mis últimas palabras son para dar la enhorabuena al madridismo, en especial a las tribus que viven en Barcelona y en ese país inconcreto que es Matrix. Sigue habiendo noticias del Madrid, la plaza aun no ha caído, habrá un mañana para acogernos después de todo. Resisten en las colinas algunos grupos insurgentes que probablemente lideren el contrataque que, a no mucho tardar, probablemente cambiará las tornas y el paisaje en el campo de batalla. Hagan hueco en las vitrinas, que estos tiempos aciagos, pero hermosos, también serán fecundos en triunfos. El madridismo en armas ha agotado el rato que tenía disponible para escribir las postales y ahora ha de volver a la lucha.

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