martes, 18 de diciembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (59) - Yo soy de Mou / Yo soy Espartaco


Florentino y la defección de Mourinho
Alfredo Relaño
Diario AS - Madrid - 18/12/2012

Aún no había comenzado el Barça-Atlético, o estaba empezando, cuando Mourinho compareció atropelladamente ante la prensa. Una descortesía frente al entrenador del equipo visitante. Se entiende que el de fuera comparece antes: porque sí, porque tiene un viaje de regreso pendiente, por deberes naturales de cortesía. Pero esta vez no fue así y compareció por delante Mourinho en un estéril intento de ser el primero en anunciar que el Madrid no va a ganar esta Liga. Semejante revelación no sacudió los ánimos. Los aficionados de uno y otro signo ya lo sabían. El Madrid está fuera de carrera.

El mérito de Mourinho, bastante menor, fue decirlo antes de que el Barça ganara al Atlético. Y digo lo de bastante menor porque todos lo suponíamos, los apostantes también. Frente a eso está su demérito: y su demérito es que el Madrid le contrató para contrarrestar el poder del Barça, y que en esa causa el Madrid ha llegado a pagar hasta dos veces la cantidad de treinta millones de euros por jugadores que, al fin y al cabo, no han pasado de ser suplentes de buena vitola, y hablo de Coentrao y de Modric. No sé de entrenador que goce de reemplazos tan claros. Ni de titulares tan coruscantes, dicho sea de paso.

Con todo y eso, Mourinho dijo tras el empate ante el Espanyol que la Liga está casi imposible para el Madrid. Y dijo tal cosa, constatémoslo, antes incluso de que el Barça le ganara al Atlético y se disparara definitivamente en la tabla. El Camp Nou bailoteó sobre el rescoldo de su rendición: "¡Mourinho te queremos, Mourinho quédate!" Después de eso, Florentino trató ayer de reedificar la tan predicada resistencia del Madrid a la rendición. El Madrid no se rinde, vino a decir. Yo siempre pensé eso, pero ya no estoy seguro. No sé si el Madrid se ha rendido a Mourinho o Mourinho al Barça... o todo junto.

Yo soy de Mou / Yo soy Espartaco (Un exceso)

Lo ví ayer todo claro de repente, como a la luz de un relámpago en medio de una tormenta nocturna. La luz, potente y por sorpresa, iluminó hasta el último rincón del paisaje con su claridad lechosa. El paisaje tras una batalla que parece que hemos perdido. Pero los derrotados no callan. De tanto en tanto un tuitero añade a su mensaje el HashTag #YoSoyDeMou. Un gesto, una consigna, pero que a estas alturas es también mucho más que eso, toda una declaración de intenciones. Tal vez la recordéis la película. Tras su victoria final sobre las huestes de Espartaco, el general Craso mantiene a los superviviente del ejército de esclavos en las laderas de las mismas colinas donde los ha diezmado. Craso es un hombre mediocre en una era prolífica en talento. Su única cualidad es la de tener dinero, más que nadie en Roma, más que ninguno en ningún momento de la historia. Se cuenta de él una anécdota en todos los libros de Historia. Una de las formas que tiene para aumentar. Manda a sus secuaces quemar edificios en la parte más pobre de la ciudad. -Sí, yo también me sorprendí al saber que en la capital del imperio romana hubiera bloques de viviendas-. Se persona en el incendio y lo ve avanzar junto al propietario del solar. Le ofrece un precio. Ante la duda del propietario, quizá solo desconcierto no discrepancia, lo reduce. A medida que las llamas lo van devorando todo su oferta es menos generosa. Sólo cuando el propietario claudica, mejor algo que nada, ordena entrar en acción a los bomberos de la ciudad, que son asalariados suyos y hasta entonces han permanecido pasivos. Julio César, Marco Antonio, Catilina, Cicerón, Octavio Augusto, tanto talento en sus coetáneos y tan poco en él. Pero Craso quiere también manejar la política de Roma, no solo sus finanzas. No le basta con gobernar a través de César, cuyos lujos y ejércitos paga. Y para ser político en ese momento de la historia hace falta tener legiones propias. Las forma a expensas de su dinero y marcha sobre el esclavo que se ha rebelado para ganar renombre como soldado. Tiempo después su ambición y su falta de talento, cualidades que mezcladas son mortales, morirá junto a sus legiones en el desierto que protege el flanco del país de los partos. Conquistar este remoto imperio es los sueños del imperio romano, que por intentar verlo cumplido ya perecieron otros generales antes que Craso. Quizá César lo hubiera logrado, pero la víspera de su partida para intentar la empresa fue asesinado junto a la estatua de su gran enemigo: Pompeyo, El Grande.

Craso, un Lawrence Olivier aun joven en la primera gran superproducción de Stanley Kubrick, mira impaciente al grupo de desarraigados que acaban de perder lo único que tenían, su libertad. Volverán a ser esclavos, así se lo anuncia el lugarteniente de Craso. "Esclavos érais y esclavos volveréis a ser". Pero podrán salvar la vida si revelan quien es su líder o identifican su cadáver. Nadie conoce el rostro de Espartaco. Todos los romanos que lo han visto han muerto asesinados por el libertador. Craso está dispuesto a adornar con sus cuerpos crucificados el camino de regreso a Roma, la Vía Apia, se no se avienen a razones. Un primer plano de Espartaco nos rebela la gravedad del momento. Kirk Douglas nos ofrece en esta secuencia uno de sus momentos culminantes de su carrera. Dicen que el actor fue su mucho más que el protagonista de la película. Además de su productor, fue el mentor del joven Stanley Kubrick, quien lo propuso para que liderara el proyecto cinematográfico. Y fue una apuesta arriesgada. El realizador inglés le había demostrado su talento al dirigirle en "Senderos de gloria", su opera prima, pero no dejaba de ser un advenedizo para la industria, y aquella era una superproducción. Espartaco, que tiene la cara macilenta, baja los ojos ante nosotros, humilla la mirada ante el general romano. Ayer lo tenía todo al alcance de la mano, la libertad, una familia, un futuro en otra tierra. Hoy no tiene nada, salvo la recién recuperada condición de esclavo. Morirá de todas maneras, haga lo que haga. Le avergüenza haber arrastrado a tantos a su radical pobreza, pero puede asumirlo, los que le siguieron hicieron exactamente la misma apuesta que él había pactado con el destino. Lo que no soporta es la idea de que otros mueran para que el respire unos pocos días más, que además habrán de transcurrir en el más estricto cautiverio y entre torturas. Para un hombre honrado la decisión es clara. Se levanta del suelo para decir algo, pero Antonino, quien antes de ser soldado por voluntad propia había sido esclavo y juguete sexual del propio Craso, le adivina la intención. Nadie más cercano a Espartaco que este efebo griego. Y antes de que lo pueda hacer su amigo grita para que todos le oigan: "Yo soy Espartaco". El intento de hablar del líder de los derrotados queda en un murmullo apenas. Sorprendido aun escucha a otro de los derrotados gritar a pleno pulmón, con orgullo: "Yo soy Espartaco". Y a partir de entonces, uno a uno, todos sin excepciones, se alzan por turno de la derrota para exhibir su victoria ante el general romano. No sólo es solidaridad, también es orgullo por su lider. Todos querrían morir siendo Espartaco antes que vivir como esclavos muchos años con sus propias identidades. Cuando el último de ellos muestre su insolencia, la de aquel que es libre a pesar de vivir bajo las caligas de un tirano, Craso tendrá su adorno para la calzada que le llevará de vuelta a Roma. De Capua a la capital del imperio tres mil crucificados mostrarán la magnificencia de su triunfo.

Hoy desde las páginas de AS, otro Craso, más barrigón y peor plantado, Relaño, vuelve a mentirnos desde su editorial, quien sabe si incluso a sabiendas. Para dar un ejemplo de la perfidia de Mou, de su crueldad de esclavo que se rebela, nos dice que quiso anteponer su comparencia a la de Aguirre en la rueda de prensa posterior al encuentro del domingo. Nos dice Relaño que Mou tenía prisa en ser el primero en anunciar que la Liga estaba perdida. La gente pequeña piensa cosas pequeñas, y entiéndaseme la metáfora, no cuantifico usando como unidad de medida la cantidad de chuletones ingeridos. No, no fue por eso, don Alfredo, fue por petición del propio Aguirre. Consulte primero, que tampoco hubiera sido el notición del siglo, y una llamada a quien lo supiera, mire usted que fácil, le habría evitado el redículo. Menos aun haga juicios de valor sobre la moral de las personal basándose en lo que a usted le parece que ha de ser necesariamente verdad, "porque sí", porque lo dicta su propia lógica, sus conocimientos sobre los hábitos de viaje de las personas. Y, mire, después de decirle esto, más que a Craso casi me está recordando al coronel Nathan Jessup, al malvado de la película "Algunos hombres buenos". Méese en mi calavera si le apetece, pero no me creo nada de lo que dice, ya lo diga desde la silla de los testigos en un juicios tras haber jurado sobre la Biblia, o desde un editorial del periódico que usted desdirige. Habla usted de la encomienda de Florentino a Mourinho, esa que nos menciona de contrarrestar el poder del Barça. Y resume su cometido en la compra de dos jugadores. Dos entre muchos, porque quizá Özil, Di María o Khedira si sean más de su gusto. Además omite la copa, la liga y la supercopa ganadas, así como las dos finales, otra de copa y una de Champions, hurtadas desde los despachos y las actas arbitrales, con el silencio cómplice de ustedes. Prefirieron callar porque les venía bien para ganar su guerra, para el negocio. No nos hablen de madridismo que al hacerlo ensucian el nombre del club. Habla usted de la defección de Mourinho, claro que sí, es tradición de la Central Lechera, lo llevan haciendo desde dos años y medio, y ya tocará algún día tener razón, si es que un ERE no se nos lleva a todos por delante primero. La defección de Mourinho, Higuain y CR7, la llegada segura del Kun, de Silva y de tantos y tantos otros. Como expertos en los hábitos de viaje de jugadores y entrenadores no tienen ustedes precio. Ríase usted todo lo que quiera de la "tan predicada resistencia del Madrid a la rendición", que cualquier día de estos días empezaremos a darles también trigo, panes como tortas una vez molida toda la semilla de sus mentiras. ¿Las ventas bien? Gracias.

No, no quieren crucificarnos, al menos no lo han intentado todavía. Pero José María Abellán ha confesado a sus oyentes que le gustaría arrancarle la cabeza a Mou y a los que van con él. Y entre esos estamos nosotros, que duda cabe. Vamos donde él nos señala, ya lo sabemos todos, y sorteamos o atravesamos todos los obstáculos existentes en la dirección que nos señala su dedo. Ojo por ojo y tuit por tuit. Ellos dicen que anteponemos su nombre al del club, y una vez más se equivocan. Seremos de Mou allá donde vaya, como lo somos de Roberto Carlos, Raúl o Redondo. La lealtad no se agota al finalizar un trabajo. El madrismo no es un oficio, como pueda serlo el periodismo, sino un sentimiento. De lealtades tampoco van sobrados, no son quienes para dar lecciones sobre el tema, tan proclives como son a traicionar al grupo marchándose a la competencia. A Juan Castaño le seduce la idea de que Mou se cruce por la calle con otro más valiente que él y más lanzado. Y nada debe extrañarnos. El trabajo que dejan pendientes los cobardes lo tienen que asumir tarde o temprano la personas decentes. Se les ha llenado la boca de la retórica de la guerra, aunque sea un defecto que nos achaquen. No, nos van a crucificar, pero quieren erradicar el pensamiento autónomo, exterminar nuestras ideas propias que no surgen de su demagogia de mercaderes, de tenderos de a tanto el cuarto de verdades y a tanto el kilo de mentiras. Hemos saboreado la libertad estos dos años y por eso tienen miedo. Por eso el imperio lechero nos envía sus legiones de reclutas, de tuiteros mediocres que no se cansan de hacer el ridículo. Por un jornal cualquier esfuerzo. Por una soldada hasta afrontar la muerte. Pero en el ejército de Mou, como ocurriera en el de Espartaco, la única paga es la libertad que podemos respirar mientras marchaban formando cuadro. Más allá de platós, de las redacciones de periódicos y los estudios de las emisoras sus mentiras son efímeras, nubes de insectos que no sobreviven al día. Fuera de allí es nuestro territorio, imperamos nosotros, resplandece la verdad y al dinero lo sustituye el sentimiento como modo de corresponder en las transacciones entre personas. Impera La Yihad de desarrapados, sin intereses mercantiles, sólo armados de sentimientos y un deseo de gozar de nuestras libertades. Desde el diario As que dirige, el seboso Craso ya cree la victoria cerca. Pero es magnánimo y nos ofrece un trato: Que reneguemos de Mou, que identifiquemos el semblante muerto de su doctrina, que capitulemos y volvamos a las reservas indias para comer su pienso y su ideario. A cambio rebajará el precio en dignidad de sus mentiras, podremos sentirnos orgullosos y no avergonzados al ver sus portadas, y nos ofrecerá más ofertas de mochilas retro. Pero va a ser que no. Desde esta colina cercana a Capua, donde al verme sentado en el suelo el seboso Craso me cree derrotado, le digo que jamás hará conmigo ese trato. No lo tendrá porque #YoSoyDeMou. No lo tendrá porque #YoSoyEspartaco.

Contestación al comentario de CHJ del día 19/12/2012 - 02:19 

Amén, hermano de fe. Me ha emocionado tu comentario, pero me alarma su final. No desesperes. La ventaja del Madrid respecto al resto es que siempre vuelve, como Mc Arthur a las Filipinas, como Felson el Rápido a la mesa de billar. Aunque tarde 32 años, aunque lograrlo obligue a vivir noches amargas. Como aquella en que tratando de conquistar un puente demasiado lejano allá en Eindhoven vivimos el ocaso de la Quinta del Buitre, ocaso y cénit. O aquella otra en que naufragamos en un mar de barro en Goteborg. Los escoceses se agarraban mejor al terreno resbaladizo y nos diezmaron a pesar de nuestra defensa numantina al modo de los tercios. No desesperes. El Madrid siempre vuelve porque su seña de identidad es la ilusión. Tras cada revés un nuevo ejército renovado. Como hacia Roma. A cada revés con Anibal una nueva remesa de jóvenes ciudadanos concienciados. Cada verano tenemos una nueva razón para creer. Lo he contado muchas veces, un rival en un foro de debate se reía de nosotros llamándonos eternos campeones de la liga de verano, por los fichajes y la retórica en torno a ellos, pero era porque no podía soportar que no fuéramos igual de amargados que él por ser del Barça, que escupía la hiel que llevaba en la boca en sus escritos. Ni se te ocurra quitar el pie del estribo que allá donde te apees iré a buscarte para informarte de los próximos fichajes.

Contestación al comentario de CHJ del día 19/12/2012 - 03:36 

Hermano de fe, y amigo, tan de acuerdo estoy con tu deseo, tan mío es también, que una de las ideas que quiera haber transmitido con el escrito es precisamente ese, que hay cosas más importantes aun que la victoria, que los trofeos, y que a veces es difícil darse cuenta. Si la frase tal cual o muy parecida no está incluida en el escrito, lo estará en otro anterior, o la habré tuiteado. Has descrito perfectamente la situación, la disyuntiva a la que nos enfrentamos. Hasta ganar la décima tendría ese peligro que indicas. Ayer me pareció ver a Roberto Morales en Punto pelota con una actitud como diciendo, tregua hasta el 30 de junio con Mou, y entonces tanta paz deje como se lleve consigo. Lo vino a decir incluído como portavoz de los jugadores que van de copas con él, lo que me pareció rastreo, aunque el piense que mole fardar de compañeros de borracheras. Y además peligroso. No se a que madridista, medianamente formado, le puede parecer bien saber esas opiniones de sus jugadores. Están con Mou ahora sí porque saben, dicen saber, que se marcha en junio. Hasta magnánimos querrán parecer ahora los periodistas. Yo también doy por bueno un año en blanco, incluso devolviendo la Supercopa, a cambio de la libertad de quienes los socios eligen para que gestionen el destino del club. Gracias por tus comentarios. Me lo paso genial charlando contigo y está claro que me mejoras el blog. Un honor.

2 comentarios:

  1. Como siempre me adhiero incondicionalmente a tu texto, con una única excepción: Relaño miente a sabiendas, porque sino no sería una mentira, y así nos lo dice todo su historial.
    Al igual que me sentí Espartaco viendo la magistral obra de Kubrick, también me siento un poco Mou en su aventura.
    Y sí, siempre fui de Redondo, y siempre fui de Roberto Carlos, y de Hierro, e incluso de Raúl, a pesar de sus últimos años. Siempre seré de Mou y de CR.
    Y siempre seré del RM, por más que me duela lo que hay dentro, y lo que lo rodea. Siempre desearé que su destino sea el mejor, aunque tenga ya un pie fuera del estribo para bajarme y empezar a seguirlo en la distancia, si la chusma cainita que hay en el vestuario y la maldita prensa de esta país consigue su objetio con la aquisciencia de una afición aborregada en un porcentaje demasiado alto para resistirlo.

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  2. La diferencia, amigo mío, permíteme que te llame así, es que si mi percepción no está equivocada, durante muchos años hemos recuperado la ilusión durante los veranos porque hemos tenido plantillas y entrenadores manifiestamente mejorables. Eso se solucionaba fichando. Ahora vivimos una situación en la que, desde mi punto de vista, se debate que tipo de club queremos. Si uno dirigido por 4 niñatos de vestuario y por una prensa que vive de la crisis continua, creada y alimentada por ellos mismos, o un club profesional, independiente y orgulloso de sí mismo. Esto me parece más importante que ganar la décima. Si se ganara este año y se fuera Mourinho para satisfacer los caprichos de vestuario y entorno, habremos perdido más de lo que habremos ganado. Firmo desde ya no ganar nada y que esa regeneración encabezada por Mourinho y secundada por la mal llamada yihad, llegue a buen puerto. Y que tengamos una feliz primavera blanca....

    PD: Resulta imposible bajarse, porque como ya se decía en El secreto de sus ojos, se puede cambiar de mujer, de casa, de trabajo, de ciudad....pero nunca de equipo. Estos amores son eternos.

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