viernes, 14 de diciembre de 2012

El Fútbol y sus aledaños (56) - Primavera blanca



Primavera blanca
Artículo editado también en el blog: El Minuto 7

Para empezar, el nombre de este movimiento es hermoso. Hasta emociona. Blanca es la primera oleada de la primavera, la floración de los almendros. A veces tan temprana, que la desbarata la última oleada del invierno, igualmente blanca, de las últimas nieves en los temporales tardíos. El blanco tiene dos propiedades casi psicológicas: 1) Contiene a todos los demás colores, es la resultante de su suma; 2) Absorbe todas la radiaciones. Por eso, quizá, por ambas cualidades, el Real Madrid es un club que se deslocaliza, que deja de tener un ámbito geográfico específico. Aunque su núcleo radique a menos de 500 metros de donde escribo en este momento. Hace tiempo que el club dejó de disputar a su rival del Manzanares el título honorífico de ser el equipo de la ciudad. El Real Madrid abarca más, aspira a más, merece más. Y quienes quisieran encerrar su esencia entre los antiguos lienzos de la muralla árabe se equivocan. La universalidad del Real Madrid me la enseñó un vendedor de Coca-colas en Bangock, en los años 80s. Me acerqué a él muerto de sed. Su aparición en la acera, entre las brumas del calor fue como el espejismo de un oasis, pero real. Le pedí una botella y mientras le pagaba me preguntó: "¿Where are you from?". "Spain", le contesté. Y fue como si mi respuesta cayera en un pozo sin fondo. Aquella palabra no se sonaba a nada. Quiso resolver el enigma, el problema planteado, tratando de convertirme en italiano, a lo que me negué en rotundo. Ya cuando daba por perdido mi orgullo patrio se me ocurrió añadir: "¿I live in Madrid?". "Yeah, Magdruí, Butragueño". Y pasé a ser todo un personaje. Y la sonrisa del chaval de piel oscura iluminaba la calle después de haber conocido a un habitante de la Shangri-La del siglo XX. Porque el del "Magdruí" es un mito que no envejece, que traspasa las épocas, que perdurará en la memoria,la  nuestra y la de nuestros enemigos, a pesar de quienes tratan con tanto ahínco de que lo olvidemos. Quizá tratar de hacer olvidar es una forma de ayudar a recordar cuando la tarea se vuelve obsesión.

Las hordas madridistas siempre tuvieron a gala el odio, civilizado, eso sí, que provocaban en sus rivales. Se apropiaron de los insultos que estos les dedicaban, y los adoptaron para que formaran parte de sus señas de identidad. Merengues somos y también vikingos. Y, por si alguno aun no lo sabe, diré que lo relevante para los atléticos de los guerreros nórdicos era el que portaran cuernos en los cascos, al menos en la iconografía de Hollywood. Cabrones somos y a mucha honra, y cuando podemos saqueamos la portería contraria como si quisiéramos vengar el que alguien hubiera violado a nuestras novias. Por eso me sonrío cuando oigo decir que el madridismo ha perdido simpatías al renunciar al Señorío. No se que impresión dejaríamos en la afición del Eintracht Erankfurt tras la final de Glashgow, pero no me la imagino excesivamente grata. En contra de esta mentira, la del Señorio, piadosa pero también interesada, me gusta ver la alegría con la que el madridismo, el de Twitter, ha aceptado como propio el último insulto, esta vez proferido desde un ámbito inédito en estas cuestiones, el de la prensa. Yihadistas somos y haremos temblar a Occidente. Y desde ahora que quede bien claro, que la verdad como el sol, sale todos los días por Oriente. Celebro que esta iniciativa se sienta integrada en La Yihad. Los mitos se forjan en los labios de los otros. Nosotros empezamos a serlo desde el momento en que algún periodista dio acuse de recibo de nuestra existencia, para tratar de conjurarla y desacreditarla. Esfuerzo que se ha visto que ha sido en vano.

Juro que mientras leía la página de inicio de la web de Primavera Blanca, escrita al modo de una exposición de motivos de una norma legal, y eso me hace sospechar que tal la haya redactado un abogado, creía estar oyendo el discurso del rey a sus mermadas huestes, recién retornado a Minastirith, ante las puertas de Mordor. "Pudiera llegar el día en que el valor de los hombres decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de la comunidad, pero hoy no es ese día, en que una hora de lobos y escudos rotos rubricara la consumación de la edad de los hombres, pero hoy no es ese día...". Y no es casual. La Trilogía de El Señor de los Anillos tiene una honda inspiración madridista. El bien y el mal, y lo siento a quien le moleste la repartición de papeles, a nosotros nos ha tocado ser lo primero, como ya indica la equipación blanca inmaculada que nos distingue. Gandalf, El Blanco, tras luchar contra el monstruo primigenio de la envidia. Gandalf, El Gris, cuando aun arrastraba la cruz del Señorío. Y no se si decir morinhista, aunque creo que no es necesario. Tal vez en algún detalle o personaje. Como Gimli, el enano, por su maestría manejando el hacha, que tanto le gusta utilizar a Mou en las ruedas de prensa con aquellos periodistas que asoman los belfos para decir tonterías. Hace falta que las cosas se cuenten de otra forma diferente a como lo hace la prensa, que no acaparen el turno de palabra Mundo Troll, Es por Mordor y La Central Lechera. Espero que Primavera Blanca ayude en este propósito.

Me gusta quienes son Primavera Blanca, sus porqués fundacionales. Siempre me ha molestado esa especie de que aquellos que no tienen carnet de socio no forman parte del Real Madrid. De la parte tangible de sus activos está claro que no, pero de la intangible, de la emocional, del valor de su marca, del modo de hacer las cosas y de sentirlas, el know how que dicen en Economía, es igualmente indiscutible, pero esta vez con respuesta afirmativa. Ochenta mil socios pueden ser más que suficientes para tomar las decisiones primarias, las más elementales a partir de las cuales se deriven las demás, pero renunciar al empuje que pueden aportar millones de personas es un auténtico despilfarro. He sido durante un año titular de uno de esos carnets madridistas, que facilitan descuentos, sirven para recibir la revista oficial del club, y poco más en lo que realmente cuenta. Me acabo de dar de baja porque no me aporta nada sustancial. Tampoco creo que la economía del club vaya a resentirse mucho por no poder contar con los pocos eurillos que costaba mi renovación. Me parece genial la intención de esta gente, Primavera Blanca, de aprovechar el yacimiento energético sin explotar que supone la mayoría silenciosa del madridismo. Coincido con la visión que se ofrece en esos párrafos tan inspiradamente escritos. A la prensa le ha surgido por sorpresa un grano en la cara cuando se vestía de gala para ir a la fiesta en la que iba a homenagearse a sí misma. La Yihad se ha intentado obviar primero, después infravalorar y desacreditar, y ahora se la intenta combatir tratándola de separar del resto del madridismo. No es madridista quien siente como nosotros, y ya con eso se acabó la discusión. ¡Qué más quisieran ellos! Los cordones sanitarios -me gusta que la gente de Primavera Blanca use esta expresión que tanto significado ha adquirido en los últimos años-, solo los entienden los totalitarios. La batalla de la opinión ya está en marcha, y la están perdiendo. Puede que incluso la de la información empiece a irles mal. Ya se pueden citar algunos casos de informaciones surgidas en el totum revolutum de Twitter, que a regañadientes de los periodistas han acabado en las páginas de los periódicos, cuando no en sus portadas. Como el desprecio racista de Busquets a Marcelo, que tan mal le venía al paradigma actual del fútbol y que se trató de silenciar por ello.

Muy pertinente la alusión a la derrota sufrida por el Real Madrid en la primera eliminatoria de la sexta edición de la Copa de Europa. Es un hecho muy ilustrativo de nuestra historia, que arroja mucha luz sobre la piscina de mentiras sobre la que nos obligan a chapotear todos los días. Menos mal que hacemos pie, que conocemos los hechos tal como fueron, que la pobredumbre de la envidia ajena no nos llega a la nariz y nos impide respirar, aunque su olor tampoco sea plato de buen gusto. Aquella frase de que "siempre se favorece a los grandes" es falsa moneda, aunque de curso legal hace bastantes años. Se acuñó para poder pagar las indemnizaciones a las que el Real Madrid era acreedor tras cada robo sufrido en los terrenos de juego. El Madrid no se podía quejar cuando aquello que ocurrió en Tenerife por lo que dice la frase de marras. Tampoco estos últimos años en que los robos, a falta de una justicia deportiva que sea digna de tal nombre, se han incrementado de forma exponencial. Ahora también se considera grande en el espíritu de la frase al Barcelona, aunque nunca se esgrima el argumento en su contra. Pero en otros tiempos era de uso exclusivo para los blancos, porque Lo Culé era pececillo pequeño que sólo aspiraba a ser víctima de tiburones blancos para tener una cuartada para sus fracasos. Ha crecido mucho su prestigio desde entonces y ya se le le puede considerar como una piraña en un bidé. La historia de la séptima edición del torneo que organiza la UEFA la deben conocer todos los madridistas. No es fácil, no suele hablarse de ella. Yo la conocí en un documental de Tele Madrid, "Camino de la Séptima", en la que se narraba por boca de sus protagonistas, de quienes vivieron desde el terreno de juego la afrenta. Otra actitud es posible, se puede asimilar el mal que se te ha causado, pero no es posible otra verdad, mentir y decir que las cosas no ocurrieron de la forma en que lo hicieron.

Ardo de impaciencia por saber en que se concretará esta iniciativa. Espero que sepa convertirse en un medio de expresión transversal -me apetecía decir la palabreja-, que atienda al máximo número de sensibilidades madridistas. Se por experiencia que las iniciativas dentro de Matrix, los colectivos que se constituyen para llevar a la práctica una idea, a menudo chocan con iniciativas similares, con colectivos muy próximos. Dos años de mi vida virtual los dediqué a los foros y salí bastante escaldado. Proyectos preciosos y útiles se desbaratan por las rencillas internas, las luchas de poder, las guerras por acaparar los nichos ecológicos virtuales. Ojalá Primavera Blanca sea un lugar de encuentro de todos y no un nuevo escenario para las batallas de poder de los popes del 2.0. Y, en esta esperanza, ahora que llega esta época que en ideal también es blanca, Las Navidades, alzo mi copa, de cava catalán, por supuesto, que la Time Line de mi cuenta de Twitter está abarrotada de catalanes madridistas como el Metro en hora punto, para brindar porque dentro de un año estemos celebrando en el recuerdo La Décima. Podría llegar el día en que, acabada la Edad de los Blancos, el Real Madrid no tenga nada que celebrar, pero, desde luego, no va a ser ni hoy ni mañana. Dicho lo cual, media vuelta espada en mano, y a por los trasgos.


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