viernes, 4 de noviembre de 2011

La niña y el oso / 1.- El encuentro

La niña y el oso / 1.- El encuentro

Una noche que corría distraído y algo más rápido que de costumbre al oso se le acabó la arboleda antes de que pudiera darse cuenta. Trató de parar pero le costo lo suyo. Era muy pesado. Había mucha inercia en el avance de sus sentimientos.

- Ouch.- Dijo. Se le habían quemado las plantas de los pies al frenar.

- Waaala.- Dijo ella admirada. Había una niña diminuta justo delante de él. "Dios mio, la podía haber aplastado". La miró para examinarla. "Como se pueden abrir tanto los ojos", dijo para sí. "Es más, ¿cómo se puede tener unos ojos tan grandes en una cara tan chica?". Se miro instintivamente las manos para ver donde las tenía. Temía espachurrarla de un pisotón como a una avellana. Vestía un pijama amarillo con cuadros pintados y miles de abejas de color naranja brillante zumbando en el tejido. "Ja, parece un panalico rezumando miel".

-¿Tú quien eres?

Estaban en el claro, al borde del pinar, junto a la casa que él tan bien conocía. Estaba pensando la forma más sencilla de explicarle su identidad, porque se la veía tan chica que no tenía claro si tenía edad para entender cosas complicadas.

- Soy un oso.- Un oso es algo sumamente complejo, pero quiso darle un voto de confianza a la niña.

- ¿Y de donde vienes?.- Vaya, empezaba a entenderlo, era una interrogadora del FBI.

- Del bosque.- Dijo señalando con el hocico la ladera de la montaña.

- Waaala. ¿A ti si que te dan permiso para ir? Debes ser un niño mayor.

- No soy un niño. Es más, no deberías estar hablando conmigo. Soy muy fiero.

- ¿Que es fiero?

- Fiero es que me puedo enfadar a la mínima y darte unos cuantos cachetes.

Ella ladeo la cabeza. Tenía el ceño fruncido porque le estaba analizando con la mirada, concentrada en encontrar una respuesta. Estaba sopesando la amenaza. De repente sonrió y mostró una boca al que le faltaba algún diente y alguno asomaba a medias.

- Te pareces a mi peluche.- Concluyó mientras se reía de pura satisfacción.

Vale, a hacer puñetas la ventaja psicológica de ser más grande y tener más pelo. Lo estaba viendo claro, con esa niña no iba a servir de nada la lógica. Era de esas que ganan todas las discusiones porque no se atienen a las reglas, porque se hacen un adorno para el pelo con ellas. Estaba planeando su siguiente frase como si fuera un movimiento en una partida de ajedrez cuando alguien grito desde la casa: "Ruth. Entra en casa. Vamos a cenar".

- Hasta mañana.- Le dijo mientras corría hacia la casa con la cabeza vuelta hacia él. Se tropezó. El oso hizo además de ir a ayudarla, pero la niña rebotó como si fuera de goma y sin perder la sonrisa siguió corriendo. - Waaala, huele a colacao.

"¿Hasta mañana? Suena como una cita". "¿Qué será el colacao?". Tantos misterios en el mundo de los hombres. Incluso más que en el bosque.


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