domingo, 31 de julio de 2011

Contestación al comentario de @Nayade en "Lectura"

Contestación al comentario de @Nayade en "Lectura"

Dices que preferir los libros es un error, para mi el error es preferir a ciertas personas. Hablas del Agora y el foro Romano, donde los discursos de los grandes sabios de antaño se transmitían a viva voz. vale de acuerdo.. pero ¿ahora que tenemos? Sales a la calle y no encuentras más que superficialidad, conversaciones banales sobre programas de televisión chorra,... Hoy en día los niños no tiene imaginación para jugar. yo soy de la generación de las primeras consolas y pcs, pero también de los últimos juegos en la calle, de las barbies, de esa generación a la que los padres leían cuentos antes de dormir en lugar de dejarles ver Sin tetas no hay Paraíso... desvarío, si , lo se. Los niños no tiene imaginación porque no leen, porque tal como está hoy la vida tampoco pueden salir a jugar a la calle. Para mi, un libro te da un bagaje que no te lo da, hoy por hoy, nada o casi nada más. Si, a veces prefiero los libros a las personas, y no porque sea poco social, me gusta la gente y conversar, pero hay veces que la estupidez humana puede conmigo y prefiero mi ratito de soledad.

No te voy a quitar la razón. Yo mismo he dicho muchas veces eso, que prefiero los libros a las personas. Generalizando, por supuesto, aunque de un tiempo a esta parte generalizar se ha convertido por lo visto en algo equivocado, injusto, y hasta cruel. Si te preguntan si te gustan los gatos no respondes: "No te contesto porque eso sería generalizar. Decirte que no sería ser injusto con el gato de la vecina que es tan monino". Si generalizar no estuviera permitido iba a ser muy difícil dar una opinión sobre nada. ¿Te gusta el fútbol? Cuesta decir que no acordándose del gol de Zidane que le supuso al Madrid ganar la Novena. También cuesta decir que sí acordándose del tostón del tiqui-taca que practica el Barcelona. Generalizando, yo también prefiero los libros a las personas la mayoría de los días. Un libro se deja que lo abras en cualquier momento y por cualquier parte de su alma, mientras que ingresar en el ámbito privado de las personas es una tarea lenta, a veces tediosa, yque casi siempre cuenta con su oposición y requiere de mucha concentración y esfuerzo para no malinterpretar lo que  averiguas. Los libros tal vez defrauden por ser menos de lo que aparentan por sus portadas, pero un ardid que no se prolonga al momento de su lectura. Las personas en cambio están llenas de párrafos plagiados de otros, discursos prestados, de textos añadidos que son apócrifos, de mentiras que tratan de ocultar la trama, de resúmenes que no se corresponden con lo que se supone que sintetizan. En definitiva, las personas son un riesgo, mientras que los libros son una apuesta segura. Pero las expectativas de ganancia son mucho más elevadas en aquéllas. La felicidad tiene que ver con las personas que tenemos a nuestro alcance, no de los libros de nuestra biblioteca. También la infelicidad, por supuesto. Nada que tú no sepas a estas alturas, supongo.

Dices que ya no hay sabios, que ya no se les ve en la calle transmitiendo su saber. No es cierto. Lo que pasa es que están desacreditados. Los sabios son unos tipos muy viejos y pomposos que no tienen ni idea de las cosas que molan, o ya las olvidaron. Mola el sexo y la transgresión, y ser cínico aunque no venga a cuento. Mola la silicona y no las lecturas acertadas, lo que puedes rapear y no lo que sabes y es acertado. ¿Qué sabrán esos nonagenarios de la Real Academia sobre el Lenguaje? A nadie se ha tratado de ridiculizar y desacreditar más a menudo que a ellos. Tengo la suerte de haber crecido en una casa donde llegaba todas las mañanas un ejemplar del ABC. Media Real Academia escribía columnas de opinión en ese diario en sus mejores épocas. Y doy fe que se aprende más de ellos que de quienes les critican, aunque sea tropa nutrida. Sigue habiendo sabios que divulgan lo que saben. En Madrid todos los días hay al menos una docena de conferencias interesantes de libre asistencia. Lo que pasa es que el tipo de ocio que ahora se fomenta es otro. A lo mejor tampoco sería necesario elegir. Se podría alternar lo fácil y lo arduo. Pero otra de las grandes mentiras de nuestro tiempo que ha terminado calando, a mi incluso ha terminado por convencerme, es la necesidad ineludible de elegir y de atenerse a las primeras elecciones. Cuando me recriminaban mi afición por la Ciencia Ficción me defendía argumentando que también leía libros de Astrofísica. No debía ser ninguna tontería cuando toda una generación de astrofísicos, cosmólogos y físicos teóricos decidieron siendo niños que querían ser de mayores leyendo novelas y cuentos de SF. Y, mira que curioso, muchos acabaron siendo autores de este género literario.

Una de las cosas que más repito es que no hay nada más ameno que escuchar a un experto en cualquier tema hablando de lo que domina, a poca capacidad divulgativa que tenga. Casi da igual la materia. Basta con que tenga ganas de transmitir lo que sabe y un poco de pericia al hacerlo. Y si no ahí tienes el éxito de los programas de bricolage. Siento decir que la TV de Franco, aun contando solo con una cadena y pico, era infinitamente superior a la que puede verse en la actualidad. No tiene misterio. He visto representados todos los clásicos de teatro siendo niño en la tele. Además, interpretados por excelentes actores. Pero es que las dictaduras no tratan de halagar a quienes administran, les conceden lo que consideran que les beneficia, aunque estos lo acepten a regañadientes. Tengo una amiga marroquí con la que he pasado tardes enteras viendo cadenas de TV de países árabes. No me enteraba de nada, pero a pesar de la barrera del idioma, era más que evidente que su nivel intelectual era muy superior a la de las españolas.

Sobre la imaginación de los niños sería injusto que opinase, aunque creo que sus carencias más acuciantes no van por ahí, que tienen más que ver con la indisciplina, la falta de respecto por quienes les rodean y vivir sumidos en un mundo de caprichos que además no valoran. Generalizando, claro está. Pero, al igual que me siento desacreditado para criticar las borracheras de los adolescentes, por que yo también caí en ese error, no creo ser quien para recriminar a los niños de ahora su falta de imaginación. No me quejo de nada. Además, viví en una casa donde el dinero no era un problema, y tenía cosas que otros niños no. Pero las condiciones de mi infancia les parecerían espartanas a cualquiera chaval de ahora. Tele infantil un ratito al día, películas de Walt Disney solo en Navidad y ni rastro de parafernalia electrónica. Los móviles, PCs y las cámaras digitales son inventos posteriores a mi época. Pero, ¿sabes qué? Oí a mucha gente de la edad de mi padre contarme que los juguetes que tenían se los fabricaban ellos mismos y que los Reyes Magos, si hacían parada en sus casas, solían traer comida y ropa. Pues eso.

Con mi escrito, aparte de echar un rato divagando, solo trataba de decir que la lectura compulsiva a veces es síntoma de un problema. Aunque bendita sea la lectura. Tratar con libros es mucho más fácil que con personas. Por eso muchos nos hemos refugiado en su compañía. Y gracias a Dios que ha sido en la de ellos y no en la de otros. Uno relleno los vacíos que tiene dentro con lo que encuentra a mano. En mi casa había muchos libros. La lectura no es ni mucho menos el peor de los rellenos. En realidad tiende a mejorar aquello que ocupa. Pero hay que evitar renunciar a las personas, aunque a menudo sea difícil resistirse a la tentación. Das cariño y te dan a cambio indiferencia o desprecio. ¿Tan torpe soy que solo soy capaz de sentir afinidad y cariño por aquellas a quienes no intereso? Dan tantas ganas de condenar al genero humano, sección Las Mujeres. Pero con lo único que no se puede generalizar es con las personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario