jueves, 26 de mayo de 2011

Rescates de Twitter (6)

El cuarto clásico

1.- Bob Ford exige al agente de Pinkerton que incremente la recompensa. Están negociando la paga por asesinar a Jesse James, lider de la banda.

2.- Aquel piensa que es excesivo. "No puedo llegar a esa cifra". "¿Sabe usted que clase de hombres salen de Missouri? Los Youngers, los James".

3.- ¿Y que clase de hombres salen del Madrid? Camacho, Stielike, Hierro. El riesgo que corre Stark al entrar en la guarida madridista es elevado.

4.- "Te daremos la final de la Eurocopa", dice Platini. El austriaco conoce el riesgo. Está en posición de exigir. "Quiero la camiseta de Messi".

5.- Será una velada incómoda con el Sheriff local, Mou. Pero a los forajidos como Pepe solo se les puede detener con disparos por la espalda.

Siesta (5-5-2011)

1.- No descartemos que me duerma y sopese como deben ser tus besos en el laboratorio de los sueños. Arranca la tarde con afán científico.

2.- El sol es un ramillete de genistas en un campo de brezos. Tan primavera que en mi sueño tu piel huele a tomillo desmenuzado con las manos.

3.- El ondular de la hierba, insectos rojos y compota de besos. Tan primavera que el silencio se rompe con el parloteo del agua en el arroyo.

4.- Y la brisa preñada de insectos y las sámaras que bailan al caer de los árces. Tan primavera que en tu frente se posa el vilano de mis labios.

Memoria y olvido (10-5-2011)

1.- Hay en la calle un cielo luminoso, calor al sol, brisa en la sombra y una rodaja de Luna. Cierto, falas tú, pero me acostumbre a tu silencio.

2.- Tan fácil amarte como convivir con tu ausencia. Mujer de pocas palabras y risa perenne. Tu imagen es la gota añil que tiñe el tejido del día.

3.- Eres solo recuerdo, niebla entre los abedules que fatiga la luz, Memoria sin contorno agarrada al silencio para no caer en el olvido.

4.- Hasta que sepa pronunicar tu nombre. Después vendra la tranquilidad de la derrota, que incluso convierte en superfluo cualquier lamento.


Llueve en Madrid

Llueve en Madrid como si fuese la primera vez, como si nunca lo hubiera hecho antes, sin orden ni medida. No rocozco en ruido del agua golpeando en los cristales. Es un sonido que no me habla a mi, que ignora mi presencia en la habitación a oscuras que hay al otro de donde suceden las cosas. Llueve en Madrid como si fuera la última vez, como si mañana la palabra mundo no fuera a tener significado, diluida en los regueros de agua. El mar contendrá la respiración para siempre tras batir en la playa la última ola y solo habrá gotas de olvido donde mis ojos ardieran de fiebre.

El dolor que habitaba mis hombros esta tarde reposa ahora en mi nuca, menos amplio pero más certero. Duelen los huesos y el corazón. No, el corazón tal vez no. Solo un escozor púrpura donde antes residiera una pena concreta. Tengo tu recuerdo en mi como la madera contiene el gusano que la horada, alimentándose de la materia muerta de un sueño, ascendiendo hacia lo vivo, hacia donde fluye la savia. Llueve y pienso en cada gota, en cada palabra tuya, en el olor a tierra lavada, en ese silencio vivió siempre preso de tus labios.

Llueve, sobre las aceras, sobre el asfalto, sobre las espigas de trigo salvaje que han brotado en las grietas del pavimento, sobre los alcorques de los plátanos. Y me falta coraje para detener este sentimiento, para transparentarme en el perfil de la tarde, para volverme invisible a los ojos del mundo, para labrar mi propio surco mientras aun sigo siendo líquido y puedo esparcirme en el olvido.

Se escuchan truenos a lo lejos. Será tarde de tormenta, de vivir a este lado de los cristales con las ventanas cerradas, donde la luz buscó su guarida. A resguardo del agua, del recuerdo, de todo lo que me decías y al momento se convertían en regueros de palabras

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