sábado, 26 de marzo de 2011

Reglas de protocolo en Twitter (2) - Te sigo si tu me sigues

Te sigo si tu me sigues

Que te siga alguien más desde luego produce una gran alegría, es algo que no cansa nunca, de lo que uno no se sacia. Acaricia tu ego al tiempo que te da la oportunidad de conocer a gente nueva. Además, los comienzos son duros. Tu TL parece una parcela con valla dentro del inmenso territorio Twitter. "¿Y esa gente -te preguntas cuando investigas los followers de tus seguidores-, dónde se mete?". A medida que la cifra aumenta lo que al inicio de la andadura virtual parecía una angosta estancia, se convierte primero en una enorme casa y después en ancha es Castilla. Quizá llega un momento, que creo estar experimentando precisamente ahora, en que la TL vuelve a parecer de nuevo estrecha por tanto twit editado que abarrota la pantalla del PC, a veces a un ritmo que supera tu capacidad de lectura cuando ocurre algo que excita al colectivo, por ejemplo, un corte de pelo de Justin Bierber o la expulsión de la más pendona de la edición en curso de Gran Hermano.

Pero, ¿tan importante es que aumente la cifra de aquellos que te siguen? Pienso que hay básicamente 2 estrategias para recolectar seguidores. Una es caminar despacio haciendo follow a gente muy escogida, recomendada o descubierta en las encamisadas que se realizan de forma encubierta. Vale, lo explico. En tiempos de Los Tercios, los soldados españoles realizaban salidas nocturnas a los campamentos de sus enemigos para cobrar víctimas amparados por la oscuridad y la confusión de la noche. Para distinguirse entre ellos y evitar el espadazo amigo portaban la camisa por encima de la coraza. No se los demás, pero yo a veces entro en las TLs del prójimo y hago saqueo apropiándome de alguno de sus seguidores. Si se suma poco a poco a gente y se aceptan las propuestas de quienes te suman a su pantalla, el crecimiento será lento pero seguro, sin grandes retrocesos.

La otra estrategia es hacer follows masivos con la esperanza de que un porcentaje aunque rácano de reciprocidad te devuelva una cantidad nutrida de nuevos seguidores en cada oleada. Gente que te llega en tromba. Si ya es difícil atender a todos cuando te llegan de uno en uno y te roban tiempo a los que ya seguias, mucho más debe serlo cuando irrumpen por docenas, cuando experimentas una granizada de follows. No me convence este procedimiento, aunque he de reconocer que a menudo compruebo como algunos logran en unos pocos días un séquito de seguidores que a mi me ha costado meses conseguir. Si lo importante es la cifra la discusión es en balde. Si la calidad preocupa ya tenemos debate.

Luego está ese asunto de las cuentas temáticas y de la gente que se expresa con otras lenguas. Si me suma un finlandés, pensemos que por error en un follow masivo, ¿tiene sentido que haga follow-back si nos vamos a  comprender el uno al otro? En este mismo orden de cosas, ¿que interés puedo tener en seguir una cuenta que me proporciona información sobre propuestas de trabajo en Jakarta, o sobre las oportunidades de inversión en la Bolsa de Milano? Claro, habrá a quien si le venga al pelo, pero a mi desde luego que no. Si la idea es tratar de consolidar a ese seguidor correspondiéndole en su seguimiento, en un acuerdo tácito de "yo te sigo si tu me sigues, aunque maldito el interés que tengo en leer lo que tengas que decirme", lo comprendo. El prestigio se mide sobre todo en número de seguidores. Se afina el análisis midiendo la discrepancia entre seguidores y gente a la que se sigue. Cuanto mayor es la diferencia a favor del primer parámetro mayor parece ser el prestigio. Otra forma de formularlo cuanto mayor es la espectación que causo entre los demás y el desdén que ellos provocan en mí más interesante parezco. ¿A que mola? Se premia el ser antipático a cambio del cariño recibido. Vale, tampoco es eso. Aunque a veces sí, aunque de eso ya hablaré otro día.

El hambre de progresar es a veces tanta que no es raro ver twitteros con cientos de seguidores antes de haber editado su primer tweet. Aparecen en este rincón de Matrix y, antes siquiera de salir del cascarón, de enseñar la faz de la cara o del alma en el avatar, follow masivo que te crió, que en mayor o menor porcentaje es correspondido, logrando pingues beneficios. Tengo por norma no sumar a nadie que no haya escrito algo, preferentemente en Castellano. El límite de lo exótico en este terreno lo comprobé hace poco cuando pude ver que alguien había hecho FF a un twittero aun por estrenarse. Échale guindas al pavo, que yo le echaré a la pava, azúcar, canela y clavo. Aún tirito al recordarlo. Ese twittero apareció entre mis seguidores y a los pocos días desapareció, sin dejar ningún rastro de palabras. Eso sí, dejó tras de sí la estela de una estrella fugaz, habiéndome duplicado en número de seguidores antes de desvanecerse en la nada. Tengo por seguro que si no me atuviese a estas sencillas normas tendría muchísimos más followers. Me asusta pensar cuantos.

Luego están esos otros que van a nunciando la cuenta atrás hacia las cifras redondas. "Me quedan tantos seguidores para alcanzar tal cifra. Ayudadme". Hace poco me anime a dar tal ayuda. Era una chica y soy incapaz de decirles que no cuando parecen merecerlo y, ya sabeis, siempre lo merecen, uno quiere pensarlo. Pedía ayuda para alcanzar los 90 followers. La sumé a mi TL. Hasta me presente y tuvimos un cruce de tweets chispeante y lleno de jajas. A los 10 días o así, después de comprobar que esa ayuda que le había dado parecía pensar que yo no la necesitaba le hice unfollow. Se lo expliqué: "Me pediste ayuda para alcanzar los 90 y ya estás en los 100 seguidores. Ya no me necesitas. Así que me retiro después de haber cumplido la misión". Se conoce que le daba igual lo que hiciera o dijese, solo me quería para hacer bulto. Creo que obre mal porque parecía una persona lo suficientemente interesante y accesible para merecer mi atención, pero si la actitud de recolectar gente sea como sea ya me chirría, saber que solo importas como número me parece el remate.

Entiendo a aquellos que conciben Twitter solo como un lugar donde expresarse, donde poder canalizar su discurso, desdeñando la oportunidad que ofrece para relacionarse o, simplemente, dejandolo en un segundo plano. Cada follow-back que realicen serán muy meditado. Pero a aquellos que piden, suplican, imploran tu follow y luego pasan de tí me parecen una panda de descarados. Hace un tiempo dos twitteros, parece ser que novios virtuales, organizaron una carrera para llegar a los 500. Andaban cerca. Para incentivar a los potenciales followers prometieron hacer follow back. Le pregunté a ella que qué pasaba con los que estabamos antes. No hubo respuesta. Lo que hubo es unfollow por mi parte. Adiós muy buenas. Ojalá lo hubiera hecho antes. Es lo malo que tienen algunos avatar excesivamente explícitos, que todo lo interesante de la cuenta se centra únicamente en ellos. Cierto, la estupidez masculina que no tiene límites ni enmienda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario