miércoles, 1 de diciembre de 2010

El fútbol y sus aledaños (12) - El campo de habas

El campo de habas
Barcelona 5 - R. Madrid 0


El otro día leí en un libro que me compré hace unos meses de Indro Montanelli, ese que narra en pequeños y amenísimos artículos la historia de los griegos, una anécdota que me pareció gloriosa. Anécdota con moraleja que adelanto antes de contar el sucedido por que odio el suspense y no me gusta hacerles a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí. A ver si cuela esta declaración de principios, que un 5-0 en el Bernabeu no lo iba a protestar mucho.

El caso es que el pequeño relato explica como la mayoría somos víctimas de nuestras propias manías, de nuestras fobias irracionales, de nuestros miedos absurdos o construidos en nuestras propias cabezas. El protagonista es Pitágoras, un filósofo de los albores de la civilización Griega. Nació en Samos, según cero, donde adquirió fama de docto. Muy merecida dicen los historiadores. Fundo escuela que tuvo mucho éxito. Parece ser que el centro de enseñanza derivó en secta, con culto a la personalidad del fundador incluido. Por lo visto el modelo no es de nuestros días. Los admitidos en la escuela tardaban hasta dos años en serles permitido estar en su presencia. Solo lo más escogido de quienes llenaban las aulas de la escuela eran adoctrinados directamente por Pitágoras, que dejaba a los demás adoctrinados en manos de sus aprendices más antiguos. Como es lógico suponer, endiosado como estaba, Pitágoras no se contentó con enseñarles a los suyos las verdades de la vida, también quiso administrársela. Y como toda secta que se precie regían más las prohibiciones que las recomendaciones para lograr una vida más plena o lograr lo que se consideraba correcto y adecuado. En el recinto de la escuela y en las vidas privadas de quienes siguieran la doctrina del maestro estaba prohibido reír, fornicar y comer habas. ¿A qué es curioso? Las dos primeras prohibiciones ya anticipan esa idea de que el placer y el disfrute son pecaminosos. La tercera es de un raro que no hay por donde cogerlo. Es de suponer que Pitágoras quería imponer sus manías a sus seguidores. Tanto debía odiar las habas, por lo que fuera, por que quizás le obligaran a comerlas demasiado a menudo de niño, o por que las cultivara en sus años mozos y odiara aquella parte de su vida campesina, que no las quería ver en ningún plato de comida, ni en el suyo ni en los que tenía en su entorno. Nada aborrecían tanto los filósofos, salvo Sócrates y algún otro, como el trabajo manual que distraía la mente y la apartaba de los asuntos verdaderamente importantes.

Pitágoras emigró a Italia y se asentó con su séquito de amargados y tristes célibes en la ciudad de Brindisi. Allí tuvo mucho éxito y su escuela no solo ejerció influencia extrema (perdón por el vocablo, en que estaría pensando) sobre la opinión pública y la política en la ciudad, sino que terminó adueñándose de ambas. Acabó instaurando una tiranía de facto, con líderes títeres adoctrinados en sus aulas que difundían la buena nueva del vivir sin fornicar y sin habas tiernas. Ya claro, lo habéis entendido, un mundo sin risas y sin entretenimientos sexuales acabó convirtiéndose en una lata insoportable para aquellas gentes, que decidieron revelarse palos y piedras en mano. Y se reunieron más de 50, prácticamente toda la ciudad, que anduvo un día entero persiguiendo y matando por las calles a todo lo que oliera a o pareciera discípulo de Pitágoras.

Éste logró huir de la ciudad ayudado por sus discípulos más allegados, pero perseguido de cerca. Al llegar al perímetro de tierras agrícolas que rodeaba la ciudad tuvo la mala suerte de encontrarse al borde de un campo de habas. No podía sortearlo. Tampoco quiso cruzarlo o tumbarse en el suelo para ocultarse entre las matas. Tal era su odio a aquella comida que ni siquiera soportaba su cercanía en origen. A ver, ¿cuantos de los que leen que odian las alcachofas o los pimientos sabría distinguir las plantas que los procuran? A Pitágoras le perdió el ser tan sabio, el saber incluso de agricultura. La suya debió de ser una enseñanza multidisciplinar. Detenido en aquel lugar, sin ningún lugar al que moverse por el jaque mate que le acababa de dar la diosa Fortuna, se dejó apresar y murió a estacazos, alguno seguramente propinado por quienes poco antes siguieran a rajatabla sus inspiradas doctrinas. Y luego a casa a alegrar a la parienta, que aun no se había inventado el fútbol y las mujeres aun podían entenderse los fines de semana con sus maridos.

Pitágoras murió victima de sus fantasmas mentales, lo mismo que el Madrid este pasado lunes. Detenido al borde del campo, sin siquiera haber salido del vestuario, se dejó moler a palos por una muchedumbre de blaugranas que, como tales, odian las doctrinas que supuestamente imparte el madridismo. No vi el partido, Vivo tan ajeno a todo últimamente que no me enteró hasta dos días después de que una Corea a atacado a la otra, o soy capaz de sentarme ante el televisor a ver un partido del que se lleva hablando meses sin estar advertido de que solo lo van a retransmitir las televisiones de pago. Ni un solo link decente en la red. Es más, la mayoría ni siquiera se cargaban por que Internet debía estar saturada. Pues eso, que no vi el partido. Peor aun, tuve que escucharlo en la radio. Una amiga me dijo que así era mejor, que verlo hubiera sido un suplicio. Yo le contesté que oírlo sin verlo era ciertamente el peor de los escenarios de guerra, que me hacía sentir como esos tipos que en las películas de portaaviones escuchan en la sala de operaciones la evolución de los pilotos en la batalla. “Xavi a las 9. Repito, Alonso, llevas a Xavi en tu cola”. Pero se conoce que nosotros éramos los rusos por que al final no hubo aplausos generalizados entre el personal de sino una enorme tristeza. Nos derribaron toda la flota aérea. Xavi estuvo a las 9, a las 10 y durante todo el partido dale que te dale. Eso me lo contaron con pelos y señales los locutores de Onda Madrid.

Como decirlo ahora no se me va a echar en cara como palabras de ventajista, como hablar a toro pasado, me reafirmaré en mi idea de que este año el Madrid tiene un equipo equiparable, incluso, ligeramente superior al del Barcelona. ¿Y que es lo que falló? La mente. También lo dije en su día, Mourinho había señalado como su prioridad desde su llegada a Concha Espina el eliminar de las cabezas de sus jugadores el complejo de inferioridad adquirido hace dos años y refrendado el pasado. Empeño en el que está claro que ha fracasado por el momento. Se que hay otras lecturas más apasionantes que hablan de lecciones morales y de la ocupación de las bandas, pero esas no explican como es posible que desde el minuto cero, desde que el Madrid se situó al borde del campo de habas, ya se supiera quien iba a ganar el encuentro. Mucho menos los desplantes de Guardiola y Piqué, a quienes se suponía los modelos morales. Lo de la rotura de lunas del autocar y la rotura de la justicia por parte del árbitro eran cosas más o menos sabidas. Pero ¿por que el Madrid pareció resignarse a ser apaleado en el borde del campo de habas? Para mi la respuesta es clara.

A decir de Xavi, que también estuvo al día siguiente, lo que hizo Piqué fue saludar. Imagino que por ello podremos incluirlo en la lista de los salutadores más odiados, junto a CR7 y Mourinho. A ver que nos dice el Sport de todo esto. Por cierto, fue muy recriminada la actitud del entrenador del Madrid por no salir apenas del banquillo durante el desarrollo de los acontecimientos, previa, partido y epílogo. Hay quien no se salva de que le embista el toro se encarame donde se encarame. Dicen que su actitud fue cobarde, que querrá decir que el Barcelona es la afición más fiera que ha conocido el portugués. No creo que sea para tanto, pero lo mismo el también fue incapaz de pisar el césped. Este hueco en el dramatis personae, en el reparto de protagonistas en esta representación de teatro en que se ha convertido el fútbol, que se lo digan sino a Messi, lo aprovecho Guardiola para hacer por una vez de Mourinho. Arquetipo que se dice que no encaja en su visión del mundo, que se siente incapaz de interpretar por su enorme catadura moral. Pues menos mal, me digo. Lo grave sin duda fue la patada de Sergio Ramos. Una prueba es que se ha llevado mucha menos sanción que los incidentes inocuos ocurridos en el Amsterdam Arena. Las patadas son más rentables sin duda. Para todos menos para quienes las reciben. Alguien que conozco ha incluido en su lista negra al defensa de Camas, y no me veo con fuerza moral para reprochárselo. El fútbol cada vez es más pantomima, que a veces hace reír y otras llorar, como una actuación de Polichinela.

Lo se, divago. Con mis digresiones me alejo del punto al que quería llegar. La alineación inicial planteada por Mourinho. Ahí había un gran debate. Claro, a priori, que ahora mismo da la sensación que es tema baladí en vista de que un huracán se llevó hasta el tejado de la dignidad madridista. Pues para mi no lo es, entra de lleno en el aspecto que para mi era el más relevante, el psicológico. ¿Cuál era el planteamiento mejor, sacrificar a Özil para que Alonso jugase más arropado y la batalla en el medio campo fuese sobre el papel más equilibrada, u optar por la alineación teóricamente titular? Vamos a obviar el asunto de Higuain. No hubo más remedio que sustituirlo por Benzemá, ahora lo sabemos. Por cierto, oí muchas quejas sobre el francés durante el partido, pero, me digo, si había tantos jugadores, lo mismo todos, que se decía que estaban desaparecidos, algunos con pedigrí de muy luchadores, como es el caso de Alonso, ¿cómo vamos a exigirle garra a Benzemá en el Nou Camp? Por mera ley de proporcionalidad su actuación ha de considerarse coherente. Si los que normalmente trabajan a destajo nada hacían, llevado por la mentalidad colectiva es lógico que en el transcurso del partido llegase a ser un desaparecido en combate. ¿Cabía otra? No, Benzemá no es desde luego el culpable.

¿Lo es acaso Mourinho por no querer ser conservador? Creo que tampoco. Lo escribí en algún sitio, variar el esquema habitual hubiera sido lanzar un mensaje de debilidad, de no creer en ellos, a sus propios jugadores. Para mi la clave del partido estuvo en ese complejo de inferioridad que ha cristalizado en la mente de los jugadores, que se ha hecho tan fuerte que hasta cambiando media plantilla y fichando al entrenador-psicólogo por excelencia subsiste en el colectivo. Tema peliagudo, tanto para quienes lo sufren como para quienes me leen. Lo se, molesta a todos por igual, a unos les ofende que les diga que los suyos son unos acomplejados y a los otros les hurta la posibilidad de glosar sobre los suyos utilizando versos alejandrinos. A estos últimos diré que ese complejo tiene causa, un año glorioso barcelonista, con un 2-6 en el Bernabeu.

Dice Xavi que esté 5-0 supera incluso al que los barcelonistas consideraban como séptimo trofeo. Pues claro, quiere ahondar en la brecha. Se dice que el Sporting de Preciado opuso más resistencia con suplentes que el Madrid de Mourinho. Lo siento por ellos pero me dan la razón, aunque ellos quieran hacer un chiste para mofarse del madridismo, yo incluido. Quizás el no tener ni idea de fútbol me haga verlo más claro, me evite distraerme con cosas como si en el centro del campo había un rombo o en el ataque un tridente o un palo tronchado.

A los míos, para terminar les diré que tengan paciencia. Tras la época de la Quinta del Buitre llegaron 4 años de dominio barcelonista. El primero fue sorprendente, por que aquel Madrid venía, bajo la dirección de Toshack, de batir el récord de goles marcados, así que extraño mucho que no se presentará el la línea de salida de la competición liguera la temporada siguiente. Por cierto, aquel Madrid de Shuster, Martín Vázquez y demás tropa me aburría soberanamente, acostumbrado a los pases de Gordillo y Míchel a Santillana y luego Hugo Sánchez, que se yo, había algo rutinario y mecánico en esos 5-0 de todos los domingos. Y esto lo digo por que a muchos extraña que el fútbol que propone el Barcelona aburra en los días de a diario. Claro, el lunes divirtió a todos.

Yo también creo en Mourinho, no en que sea capaz de lograr la victoria, que ya se vera, sino que es el mejor entrenador en el planeta fútbol. Nos quieren hacer creer lo contrario, y de paso engranar esta discusión particular en el gran esquema del bien y el mal encarnados respectivamente por el Barcelona y el Madrid. Luego llega Piqué, saluda, y la foto sale borrosa. Habrá que renovar ilusiones, tal vez ya sea tarea para el verano que viene. Y les oiremos reírse por que no lo entienden, que el Madrid sea ilusión, mirarse en lo propio y quererse, no correrse, eyacular en los calzones de deporte mientras ganas al que odias, Xavi y Piqué dixit. ¿Cómo lo van a entender? De necios es reírse de lo que no se comprende. En estos tiempos de zozobra es cuando me reafirmo como madridista.

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