domingo, 17 de octubre de 2010

Sirenas varadas en archipiélagos de luz (1)

Sirenas varadas en archipiélagos de luz (El árido alfabeto de la noche)

Ejemplar número 4, propiedad de Susana. ¿Por qué será que lo tengo yo? No importa.
Copyright (1984): Felpudo and Flex Ltd.

55

Sirena en la medianoche,
vajido de la cosa muda,
grande como el misterio...

- ¿Es que, en la sombra,
está quejándose el misterio,
con luz?¿Es que se ve
su voz, inmensa como el mundo? -

... Relámpago sin fin de voz
- en la nada única y total -
de la nostajia abstracta, herida
de afán, a lo increado...

Sirena de la medianoche...


("Piedra y cielo, Juan Ramón Jiménez)


Dedicatoria: A Susie, the little orphan, la mujer con menos hombros (aun no se ha fabricado el bolso que logre sostenerse en ellos) y más flequillo a este lado del cúmulo estelar de las Pléyades. La genuina mascota del regimiento (los legionarios tiene una cabra lanuda, la caballería polaca te tenemos a tí). Selenita por parte de padre y marciana por parte de madre. La única choca con trenzas de extensión telescópica (eso deben pensar algunos que no paran de tirar de ellas), con pupilas sabor tofe y labios color menta (aunque a veces parezca que nunca vayan a enfriarse lo suficiente como para poder bebérselos de un trago).

A Susan, luna llena en el cénit para cota cero sus ojos, anís como un manojillo de brezos floridos, linda y hermosa como para llegar incluso a dudar de la veracidad de las cosas (sonrojos, por favor. Ninguna cantidad de ellos me es suficiente). Con el deseo de que logre al fin averiguar el lento significado de la vida, aunque sea lejos, muy lejos.

¡Ojalá te comas el mundo y escupas sus pepitas!


Philip Kowalki (Teniente de húsares del regimiento de Lödz)
18 de marzo de 1989

PD: Pues si, me ha salido larga la dedicatoria. Será por que me encanta hablar y hablar sin dejarte meter baza.
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-UNO-

A veces pienso que el azar es la prueba definitiva de que los hilos aun no han sido rotos. Manos invisibles se mueven en las sombras convirtiendo nuestras voluntades en simples gestos de marionetas. Siempre me ha sobrecogido la forma milagrosa en que, una y otra vez, del caos sobreviene el orden, como si éste último fuese su consecuencia lógica. Una madeja de hilo que un gato desenreda siguiendo el impulso instintivo del juego; es posible que esta sea una comparación acertada. Tal vez no haya un propósito después de todo, aunque me resisto a creerlo, por que hasta en una tirada de dados existe el deseo de lograr la puntuación más alta. Creo más bien que el azar es la herramienta; una herramienta inteligente que esperemos que éste en las manos adecuadas.

La evolución del Universo, afirman, es una continua huida hacia el desorden absoluto, un caballo desbocado cabalgando hacia su propia destrucción. En este contexto la vida no pasa de ser un punto en el espacio donde se rompe la monótona homogeneidad de la nada, una onda de densidad, una vibración elástica que causa un sonido de belleza casi matemática, pero que lleva implícita en su propio desplazamiento la fuerza amortiguadora de la suerte. Formamos parte, al parecer, de un mensaje que con el paso del tiempo se torna más y más confuso; frases que se desgajan del texto acrecentando su sinsentido. Sin embargo, no logro entender como el nacimiento de las estrellas de un puñado de gas y polvo, el surgimiento de la vida desde el barro o la confección de la inteligencia con unos pocos retales de oscuridad pueden ser etapas previas a la nada. Es como si los acontecimientos se obstinaran en desmentir lo que se sabe y está comprobado. Es mi convicción que el mensaje aun no ha sido escrito, que, por el contrario, lo está siendo en estos momentos siguiendo un dictado que comenzara con los inicios del Todo y terminará con el fin de todas las cosas; es casi una certeza, y ésta se basa en que conozco algunos pasajes, algunos párrafos, porciones aparentemente inconexas, pero en las que al leer entre líneas intuyo indicios de algo más grande y complejo.

El capítulo de instrucciones; quizás solo una frase en labios del silencio; un códice tan antiguo como el Cosmos que solo intentase transmitir un conocimiento que alguien cataloga como básico, pero que se escapa a mi capacidad de comprensión. Una velada advertencia de algo que se nos paso por alto. la primera o la última palabra e la oración a un Dios esta vez cierto. No se, carezco de datos suficientes siquiera para llegar a una conclusión en apariencia tan sencilla como ésta.

Una sensación de extrañeza, casi un miedo reverencial, me invade cada vez que alzo la mirada hacia la cúspide del cielo, hasta donde la noche se cubre de bruma de estrellas. por que ellas son parte de las letras, caracteres hechos con moldes de fuego de un alfabeto todavía ignorado. Y esto si que es más que una suposición, mucho más, Forma parte de un aprendizaje compartido. La narración de los instantes de una vida, de dos vidas. La mía una de ellas.

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